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 El Caso Betty Y Barney Hill - Parte III

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El Caso Betty Y Barney Hill - Parte III Empty
MensajeTema: El Caso Betty Y Barney Hill - Parte III   El Caso Betty Y Barney Hill - Parte III Icon_minitimeMiér Feb 27, 2008 3:10 pm

En el verano de 1963, un año después de haber iniciado el tratamiento de Barney, el doctor Stephens dio a éste un descanso, considerando que había recuperado casi totalmente su equilibrio emocional. Y, en efecto, Barney se encontraba mejor. También Betty, a la que los sueños no atormentaban ya. Pero ambos seguían opinando que algo oscuro permanecía agazapado, pronto a saltar, en lo más íntimo de su ser y que quizás todo hubiera ido mejor si Stephens no se hubiera negado también, como el doctor Quirke, a someterles a unas sesiones de hipnosis.


La Hipnosis Regresiva


Entretanto, los avistamientos de objetos volantes no identificados se seguían produciendo, de forma creciente en la zona de Portsmouth. Por esta razón, ya en Septiembre, los feligreses compañeros de los Hill invitaron a Barney a que explicara en la iglesia cuanto les había ocurrido en Indian Head.

En la reunión de la parroquia, junto a Barney, había sido también invitado a hablar el capitán Ben Sweet, de la cercana Base Aérea de Pease, hombre conocido en el Estado por sus estudios hipnóticos.

El capitán Sweet se interesó vivamente en la historia de los Hill y, por sus conocimientos en hipnosis, consideró que era preciso utilizarla para descubrir qué había ocurrido en esas dos horas de amnesia que tanto atormentaban a Betty y a Barney.

Movido por el capitán Sweet y por la, ahora, mayor insistencia de Barney, el doctor Stephens aceptó finalmente esas sesiones de hipnosis; pero, aún así, aconsejó a Barney que consultara antes al doctor Benjamin Simon, conocido psiquiatra y neurólogo de Boston, especialmente famoso por sus estudios y prácticas de hipnosis durante la Segunda Guerra Mundial.

Y así, el 14 de Diciembre de 1963, los Hill iniciaron sus consultas con el doctor Simon. Y con esa consulta inicial, ese día, surgía una nueva era en la explicación y en el tratamiento en los contactos entre terrestres y posibles seres del espacio.

Durante un tiempo el doctor Simon fue recogiendo todo el material de vigilia que los Hill pudieron transmitirle; les fue preparando también para el trance hipnótico con sesiones que comportaban órdenes post-hipnóticas y, finalmente, el 22 de Febrero de 1964, inició las auténticas sesiones de hipnosis regresiva. Sesiones a las que semanalmente fue sometiendo a Betty y a Barney. Fueron, en total, seis duros meses de sesiones y en los primeros meses tanto Betty como Barney tuvieron que vivir el desasosiego de no saber qué decían en las sesiones, porque el doctor Simon les daba la orden de no recordar. Y esto a fin de que uno no influyera en el otro relatándose cuanto iban diciendo hipnotizados en torno a lo acaecido en Indian Head.

Sólo semanas antes de terminar las sesiones el doctor Simon dejó escuchar a los Hill las cintas que había grabado en las sesiones de hipnosis regresiva. Y esto para completar lagunas con hechos recordados o con hechos que la hipnosis había hecho aflorar al consciente.

Imposible dar a conocer aquí, en el papel, con toda su fuerza emotiva, los estados anímicos vividos por los Hill en sus momentos de abreacción hipnótica: lloros angustiados, alaridos, terribles jadeos... Porque una hipnosis regresiva no es un espectáculo de feria, es un vómito de la conciencia. El vómito de todo aquello que mantenemos oculto, enterrado en el cementerio de nuestro subconsciente. Todo cuanto nos daña y aterroriza y hemos inhumado pero... que todavía sigue vivo, actuando, persiguiéndonos desde ese más allá que se encuentra debajo de toda losa funeraria.

Me limito, por tanto, a narrar los hechos que, bajo hipnosis, dijeron haber vivido Betty y Barney. Y añado sólo que antes de escuchar las cintas grabadas, cuando todavía desconocían el contenido de las sesiones, el material de uno y otro coincidían en lo sustancial. No parece, pues, que hubiera transferencia entre ellos; pero, en todo caso, he aquí lo que uno y otro dijeron que había ocurrido en esas dos horas de su viaje de la que nada recordaban.



El Rapto

Fotograma de la película The UFO Incident donde se muestra el momento en el que los presuntos extraterrestres comienzan a extraer muestras biológicas de Betty. Tras la aparición de este caso, se publicaron centenares de obras sobre abducciones.

Bajo hipnosis, Barney volvió mentalmente al lugar y al tiempo que marcaban la frontera de cuanto recordaba. Volvió, por tanto, a Indian Head y al momento en que temblaba ante la mirada fija que adivinaba en el extraterrestre que se encontraba en la nave. Y entonces, bajo hipnosis, volvió a estremecerse:

-¡Hay un hombre ahí dentro! Es... es... ¿es el capitán? ¿Qué es? Me... me está mirando.

Y Barney contó entonces la forma extraña en que el hombre le miraba. Sentía la impresión de que quería decirle algo.

-Me dice algo así como que no tenga miedo, que siga donde estoy.

Pero Barney, en hipnosis, se vio corriendo, huyendo de aquella mirada que le aterrorizaba

-Subí al coche y salí a toda velocidad. Pero no estoy en la carretera principal. Creo que el sonido... esos bip-bip me han llevado hacia el bosque

Y allí, en el bosque, ante el coche que se había detenido, que no podía volver a poner en marcha, se encontraba un grupo de aquellos extraños seres.

Betty, por su parte, sin conocer el relato de Barney, repitió la misma historia en casi todos sus detalles. Y, corroborando futuras hipnosis de Barney, añadió que aquellos seres se lanzaron hacia ellos. Ella intentó huir, pero fuera, junto a la ventanilla del coche, impidiéndole el paso, estaba uno de ellos.

Y uno y otro, Betty y Barney, narrando idénticas vivencias, fueron explicando que les sacaron del coche. A Barney, que parecía dormido, le llevaban arrastrando, sujetándole por los brazos; de ahí las rozaduras en las partes altas de las puntas de sus zapatos

-Le grito a Barney -dijo Betty-, le digo que despierte, pero no me hace caso. Y, entonces, el hombre que va a mi lado me dice: «¡Ah!¿De modo que se llama Barney». Y fue entonces cuando miré a aquel hombre y me dije que a él aquello no le concernía, pero no le dirigí la palabra. Entonces, seguimos andando y yo intenté despertar a Barney otra vez. Repito una y otra vez: «¡Barney, Barney, despierta!». Pero él no se despierta. Y el mismo hombre me dice otra vez: «¿Se llama Barney?» Y yo seguí sin responderle. Y él me dijo: «No tenga miedo, no tiene usted motivo alguno para asustarse, no les haremos el menor daño. Sólo queremos hacer ciertos experimentos. Y cuando los experimentos terminen les llevaremos a usted y a Barney al coche y les dejaremos en él».

A la pregunta del doctor Simon sobre si aquel ser hablabla inglés Betty afirmó que sí, que uno de ellos hablaba inglés; un inglés extraño, como el de un extranjero.

Y narró luego que la llevaron a una rampa, por la que subió a la nave. Quienes llevaban a Barney, que parecía seguir inconsciente, entraron tras ella, pero se dirigieron a otro lugar; le llevaron pasillo adelante. Y, ante la inquietud de Betty, el que hablaba inglés le dijo que no temiera, que les separaban porque sólo tenían aparatos para una persona en cada habitación.

Barney, por su parte, recordó ese momento con la sensación de que se encontraba extremadamente débil:

-Tengo miedo de abrir los ojos. Me han dicho que los mantenga cerrados. No debo abrirlos. Me da miedo... me van a operar.

-¿Operar? ¿Porqué piensa que le quieren operar? –preguntó el doctor Simon.

-He abierto los ojos y veo una sala de operaciones. Estoy tumbado. Tengo miedo y vuelvo a cerrar los ojos... y siento frío en la ingle..., como si... y ahora me están poniendo algo en un oído. Siendo niño también el médico me puso algo en ese oído. Pero no siento dolor.

-¿Le están operando?

-No. Siento que me examinan, me tocan... el cuerpo, la boca... Y yo abro los ojos, me han dicho que no los abra y pienso que no los voy a abrir, que así todo irá mejor...

Al tiempo, en la otra habitación, también Betty estaba siendo sometida a examen: tomaron muestras –simples partículas– de su piel, le examinaron ojos, boca, dientes, garganta, oídos..., recogieron serosidades, así como le cortaron también algunos cabellos, que guardaron.

-¡Y me dice que me quite el vestido, me dice que me quite el vestido!

Betty, a la que desnudaron, fue llevada a un taburete, donde la inspeccionaron exhaustivamente con agujas que, explicó, estaban conectadas a una pantalla. Y ellos le dijeron que la estaban estudiando el sistema nervioso.

-¡Y ahora dice que quiere pincharme el ombligo! Que no es más que un experimento. Y me echo a llorar y le digo: «Me duele, me duele, ¡sáquela, sáquela!». Y el jefe, el que parece mandar, me tapa los ojos con la mano y me dice que todo irá bien, que no sentiré nada. Y el dolor desaparece, pero todavía me escuece donde me pincharon con la aguja...
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